LA UNIVERSALIDAD MEXICANA DE ELENA MÉNDEZ

La mexicanidad aflora en los relatos de Elena Méndez sin desvirtuar la universalidad de los mismos. El amor, la (in)fidelidad, las complejas relaciones de pareja son todos temas universales, pero la autora los mexicaniza deliciosamente con el uso de vocablos de su país.

Aunque no me gusta andar etiquetando a los autores, diría que en la colección fluye una fuerte corriente feminista. No sólo porque la sexualidad femenina aparece a flor de página y liberada (es la chica, en muchos casos, la que toma la iniciativa, incluso tomando por sorpresa al galán), sino porque el punto de vista de muchos relatos es el de la mujer. No la sumisa ama de casa esperando por el marido ni la niña bien consentida, sino la chica independiente y sin complejos… a la que su recién conquistada libertad no hace, sin embargo, feliz. Porque los cuentos de Elena Méndez no tiñen de rosa la realidad de la mujer de hoy en día, sino que la presentan como es. Al duro y sin guante, como diríamos en mi tierra.

En el relato “Sinaloa y sus ojos cafés” –que abre la primera parte de este volumen-, las piernas macizas de un deportista fascinan a la protagonista hasta el punto de hacerle olvidar, al menos por unos minutos, a su desleal ex novio. Por otra parte, en “Una clase de literatura”, la obra maestra de Flaubert da pie para que los personajes, con nombres tentadoramente sugestivos, se engarcen en revelaciones personales mientras Madame Bovary, sus amantes y su marido sirven como pretextos para el destape de hechiceras y de obsesivas. “Darío sabor a uva” es un relato en clave de Elena. Narrado en segunda persona, focalizado en una joven aspirante a novelista y cuidadosamente construido, pleno de evocaciones, da la impresión de portar un mensaje para cierto destinatario desconocido. Los otros, los simples lectores, nos resignamos a disfrutar la anécdota y la orfebrería del lenguaje. "Descendió para navegar en tu tibia humedad callada" es una de las frases más bellas y sugerentes de la obra.

"Crónica de una pasión en vano" juega con el lector y lo pone a seguir el hilo de una triste Ariadna, a ovillar de nuevo la madeja de una interrumpida historia de amor. También se pinta en "Geliebter" un romance trunco, pero con la cronología cabal y enfocado (¿será casual esta insistencia en la literatura?) en otra joven novelista. "Más vale que esté muerto" es el grito de una mujer abusada, una de las tantas que buscan una voz en México y en todas partes. Un relato afilado y certero como el cuchillo de la protagonista.

“El cuerpo del delito” es una historia de sexo (porque a ésta sí no hay manera de llamarla de amor) con un final inesperado, que deja a uno pensando… y queriendo saber, morbosamente, más. Igual que en “Heteroflexible,” aquí devela unas de las muchas caras de Eros. “Cibervenus” está narrada desde el punto de vista de un hombre (adúltero, faltaría más, y aficionado a Megaporn) que lleva a la realidad una relación internáutica. Un detalle encantador de metaliteratura es la alusión al volumen Antología mínima del orgasmo, en que la propia autora participa.

La segunda parte de la colección, Tal vez morir en soledad, inicia con “Letanía de la joven suicida,” que es uno de los textos más logrados de la autora. Esta segunda parte es una compilación de relatos cortos, fuertes, certeros como pistoletazos literarios en los que la perfección narrativa se conjuga con la desnuda precisión de la historia contada. Un botón de muestra: “Mis alas de mariposa se abrieron, húmedas de rocío, frente al líquido fuego azul de sus ojos desconocidos”, frase incluida en “Monólogo frente a un espejo empañado”.

“Carta al vacío” es un lamento en que la protagonista, pese a las circunstancias en su contra, termina vencedora gracias a un timbre de Rubén Darío. En “Todo lo que toca se le esfuma,” dedicado a otra conocidísima autora mexicana, Eve Gil, la narradora derrama ante el espejo su desilusión internáutica (el amor en los tiempos del Messenger es una constante en estos relatos) mientras “Noches vacías,” que cierra la colección, retoma el punto de vista masculino para explorar las frustraciones que causan las mañas y marañas del amor.

Bienvenida la aparición de Bipolar, un libro que canta (o quizás grita) al amor, a la vida y a la pasión por escribir.

Teresa Dovalpage, Ph. D.

University of New Mexico-Taos

Taos, Nuevo México, 2011

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